lunes, 6 de agosto de 2012

FORMANDO CARACTER

                          "La paciencia es la fortaleza del débil y la
                          impaciencia, la debilidad del fuerte."
 
                                                   Immanuel Kant.
 

Es tolerancia, no pagar con la misma moneda, es firmeza, capacidad de soportar, sin quejas.
Es el saber esperar hasta que se cumpla el plan de Dios para mi vida. El que es paciente, hace las tareas de todos los días, lo que olvidó y las más difíciles, sin quejas y como sirviendo al Señor.
La paciencia se va forjando, va madurando a través de las circunstancias que Dios permite y la próxima nos resultará un poco más fácil (2 Pedro 1:2-8).
La paciencia puede tardar algo en madurar, en algunos más en otros menos (Santiago 5:7-8).
Algunos dicen: “No pidas a Dios que te dé paciencia, porque seguro que te mandará una prueba”. Pero de una manera u otra Dios permitirá que pasemos por su escuela para ir formándonos a la imagen de Jesús.
Pidamos a Dios que se cumpla su Voluntad en nuestras vidas, todo depende de qué actitud, tomemos ante cada circunstancia.
Ante la impaciencia, las mentiras de Satanás y una mente negativa, nuestra edificación y fe en Dios será destruida.
Pero ejercitando la paciencia, creyendo la verdad de Dios y una mente positiva seremos edificados y el fruto irá madurando.
Recordemos que Dios es el ejemplo máximo de paciencia, así que esperará y dispondrá todo hasta que cambiemos de actitud.

La Biblia dice: “Instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Dice: “instruye”, es darle lugar a que pueda entender y conocer qué es lo que se espera de él.
Dios no nos obliga a aceptar la salvación, es una decisión que nosotros debemos tomar.
Debemos instruirlo en los caminos de Dios y ayudarle a que tenga su encuentro personal con Cristo.
Pero aquí hablamos también de respetarlo como ser humano que es. Debemos aceptar que si al niño se le olvidó algo, no es porque es tonto sino porque justamente es niño y debe desarrollar muchas cosas todavía.
A nosotros los grandes se nos olvidan muchas cosas y eso que somos mayores.

Efesios 6:4 dice: “no provoquéis a ira...”. Si nos fijamos en lo que Dios hace con nosotros, lo primero es amarnos, no castigarnos. Así como Dios es justo y misericordioso, también nosotros como padres debemos amarlos incondicionalmente y ejercer la autoridad en amor, para
orientarlos o corregirlos si están tomando un rumbo equivocado.

La paciencia a veces se forja a través de las injusticias de la vida o en esos tiempos difíciles donde de una manera u otra todos llegamos.
A veces Dios dispone que debamos pasar un tiempo en cama, ya sea por una operación o torcedura de tobillo. etc.
Si Dios nos ama y espera con paciencia el fruto de nuestra vida ¿no deberíamos hacer lo mismo con los demás?
¿Cómo reaccionamos con los que siempre tienen un bajón o están tristes?
¿Acaso nos impacientamos porque no reaccionan como nosotros quisiéramos?
A los que son más fuertes, les cuesta entender a los más débiles.
Pero recordemos que Dios nos perfecciona en la debilidad.
Algunas veces necesitamos paciencia para ver el otro lado de alguna situación. De cada circunstancia que nos toque vivir, debemos entender cuál es el propósito de Dios para nosotros.

Nuestro máximo ejemplo es nuestro Señor Jesús:  (1 Pedro 2:21-23 ; Hebreos 12:3).

Sara: Abraham recibió la orden de Dios de ir hacia otras tierras. ¿Pero qué pasó con Sara?
Sara le creyó a Abraham. Debía dejar muchas de sus pertenencias, no sabía a donde se dirigían. Antes de partir su nombre era Sarai que significa contenciosa. Pero en el desierto, Dios cambió su nombre por el de Sara que significa princesa. Siguió los caminos que Dios y su
esposo estaban transitando, con paciencia (Hebreos 10:36).

José: en medio de su dolor se encomendó a Dios. Venció la hostilidad y la desesperación.
José se sometió con paciencia bajo la inmensa mano de Dios y cambió para bien todas las cosas.
A través de las pruebas, Dios lo preparó para dirigir a Egipto durante 80 años.

Job: Aguardó con paciencia el tiempo de la prueba, y Dios lo recompensó abundantemente.
(Job 42:10-17; 3:15; 19:25; 2 Pedro 1:2-8).



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Dios los bendiga