"El mayor descubrimiento de cualquier generación es
el de que los seres humanos pueden cambiar sus
vidas cambiando sus actitudes mentales."
Albert Schweitzer.
Una extraña serie de
experimentos con estudiantes y ratas.
Se realizó con tres grupos de
estudiantes y tres grupos de ratas.
Al primer grupo de estudiantes
se le dijo: ‘Han tenido suerte. Trabajarán con ratas genios. Fueron criadas en
base a su inteligencia brillante. Llegarán al final del laberinto antes de un
parpadeo, y comen mucho queso, por lo que tendrán que tener una provisión
importante’.
Al segundo grupo se le dijo:
‘Trabajarán con ratas promedio. En un tiempo normal para casi todos los
animales, llegarán al final del laberinto, y comen una proporción considerable
de queso. No se puede esperar mucho de ellas, apenas un comportamiento normal’.
Al tercer grupo: ‘Les ha tocado
ratas torpes. Si llegan al final del laberinto, será de pura suerte. Casi con
seguridad no pasarán las pruebas. Son obtusas, de rendimiento muy bajo. Quizá
ni necesiten comprarle queso. Sólo pongan un letrero al final del laberinto,
que diga: ‘queso’.
Durante seis semanas, los
estudiantes llevaron adelante el experimento, bajo rigurosas normas
científicas.
El resultado fue que las ratas
genios respondieron como genios. Las ratas promedio llegaron a su meta, pero
sin ninguna velocidad excepcional. Y las ratas idiotas demostraron su idiotez.
El rendimiento de éstas últimas fue deplorable. Alguna que otra llegó a la
meta, pero pareció hacerlo por simple azar.
Lo interesante del experimento
es que no había ratas genios, ni ratas promedio, ni ratas estúpidas.
Todas eran iguales, de la misma
camada. A todas se las había tratado y alimentado, antes del experimento, de la
misma manera.
La única
diferencia parece haber sido la actitud de los estudiantes que participaron del
experimento. Cabe explicar el fenómeno diciendo que las ratas también tienen
actitudes, y captaron la actitud de los estudiantes, porque la actitud es un
lenguaje universal.
Las actitudes son la
disposición con que afrontamos la realidad en todo momento, pudiendo siempre
elegir qué tipo de actitud adoptaremos ante tal o cual evento.
La actitud positiva es la
“actitud mental y emocional adecuada en cualquier situación ayudándonos a
resolver los problemas que puedan aparecer en nuestro camino. La actitud que
tomamos frente a los problemas o hechos que se nos presentan habitualmente es
finalmente la que determina la dimensión e importancia de los mismos”.
Así, una actitud positiva
frente a una tarea nueva en el trabajo o de dificultad mayor, sería por ejemplo
el considerarla una oportunidad de desarrollo laboral, de ser más especialista
en lo que hace, de demostrar que aprende en poco tiempo y lo hace bien, un reto
a las propias capacidades. Al contrario, y retomando el mismo ejemplo, una actitud
negativa sería considerar esta nueva tarea en el trabajo como una carga.
También, la actitud positiva
consiste en disfrutar el acto social de participar en una organización
cualquiera para el logro de su misión, visión y sus objetivos. Lo anterior puede
ayudar a la persona a retomar la consciencia por el trabajo, poner las cosas en
su sitio, aumentar la productividad, y de paso poner la vida privada y
profesional de vuelta en un equilibrio saludable.
Está en
nosotros decidir qué actitud queremos tomar: la positiva o la negativa. Por
supuesto, que los buenos resultados no se logran sólo con buenas actitudes,
implican conocimientos, habilidades, experiencia acumulada, entre otros
factores. Pero si no se cuenta con la actitud adecuada es muy difícil que las
personas logren trabajar juntas en busca de mejores soluciones, y menos podrán
disfrutar los éxitos alcanzados.
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