viernes, 10 de mayo de 2013

EL MAYOR VALOR DEL SER HUMANO

                "El secreto de la sabiduría, del poder y del
                 conocimiento es la humildad."
 
                                            Ernest Hemingway.
 
El poder no es una cualidad ni una virtud, es un nivel al que se llega producto de la autoridad delegada, autoridad que te da la capacidad para hacer algo, como cuando se le da poder a una persona para firmar un documento.
 
Debemos tener la sabiduria y conocimiento, para reconocer cuando tengamos el poder, que la mayor cualidad o virtud debe ser la humildad. 
 
Deseo compartirles la siguiente historia de autor Desconocido:
 
"Se acercaba mi cumpleaños…Quería pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.
Caminando por el parque vi a un mendigo que estaba sentado en uno de los bancos, el más retirado, viendo las palomas y los patos que revoloteaban cerca del estanque, y me pareció curioso ver cómo un hombre de aspecto abandonado, miraba esas palomas con una sonrisa que emanaba ternura y alegría, por lo que decidí sentarme a su lado…
Mi intención era preguntarle qué lo hacía tan feliz…
Yo me sentía dichoso y completo, pues estaba orgulloso de mi vida y de mis bienes y no me faltaba nada.
¡Al contrario!... Yo tenía un buen trabajo que me agradaba y me dejaba mucho dinero, con lo que podía satisfacer todas las necesidades y hasta los caprichos míos y de mi familia.
¿Y cómo no poder hacerlo, si después de todo, yo trabajaba tanto para lograrlo?
¡Ah, mis hermosos y amados hijos! …Gracias a estos esfuerzos, no les faltaba nada y podían tener todos los juguetes que desearan.
En fin, gracias a mis interminables horas de trabajo, ni a ellos ni a mi dulce esposa les faltaba nada, nada….
Me acerqué entonces a aquel misterioso vagabundo sonriente y le pregunté:
“Disculpe… quisiera preguntarle algo, si me lo permite”.
El hombre me miró sin decir palabra, pero con su sonriente rostro mudo me decía “usted dirá…”
“¿Qué pediría usted como deseo si hoy fuese su cumpleaños?”
El hombre me siguió mirando sin alterar su sonrisa en lo más mínimo. Aún desde antes de acercarme a él, yo ya imaginaba su posible respuesta: Dinero; lo cual me permitiría sentirme muy satisfecho al darle un par de billetes y haber hecho mi buena acción del año…
Me fui de espaladas al escuchar su respuesta y ver que en ningún momento aquel hombre perdiera su amplia y relajada sonrisa:
“Es curioso que me lo pregunte. En realidad, si pidiera algo más de lo que ahora tengo, sería terriblemente egoísta. Yo ya he tenido de todo lo que un hombre necesita en esta vida, y mucho más. Vivía con mis padres y un hermano, antes de perderlos a todos hace ya algunos años en un trágico accidente.”
“Tanto mi padre como mi madre eran personas maravillosas que se desvivían por darme todo el amor que podían, aún a pesar de nuestras limitaciones económicas. Cuando los perdí sufrí mucho, no se imagina cuánto. Pero entendí que hay otras personas que nunca, ni por un momento tuvieron el privilegio de conocer ese tipo de amor que yo recibí de mis padres y que yo les daba a ellos, y entonces me sentí agradecido con la vida, el sufrimiento se desvaneció casi de inmediato, y me sentí mucho mejor”.
“Cuando yo era muy jovencito me enamoré perdidamente de una niña de mi barrio. Cuando crecimos un poco más, un día nos dimos un beso, con gran ternura y delicadeza. El amor que nos teníamos crecía por instantes. Un día su familia se fue a vivir a otra ciudad y cuando ella se fue, mi corazón sufrió terriblemente.
A veces recuerdo ese momento y pienso en todas esas personas que nunca han conocido ese amor tan limpio y tan exquisito, y no puedo menos que sentirme agradecido por haberlo conocido, y me siento mejor.”
“Recuerdo un día en que, caminando por este mismo parque, un niño que corría tratando de atrapar una mariposa, de pronto se tropezó y cayó, dándose un fuerte golpe. El pobre niño lloraba desconsoladamente.
Me acerqué para ayudarlo a levantarse y le sequé sus lágrimas con la punta de mi camisa, que ese día estaba limpia, y jugué con él unos instantes para distraerlo. Fue sólo unos minutos, pero me sentí padre de ese niño, y me sentí feliz porque hay tantos hombres que aunque tienen hijos y no saben lo que se siente ser padre, y yo lo había sentido aunque fuera por un instante…”
“Ha habido veces que en invierno he sentido frío, y por supuesto, hambre. Entonces recuerdo la sabrosa comida que mi madre nos preparaba, muy “a lo pobre”, pero sabía tan deliciosa, porque nos la preparaba con todo su cariño, y recuerdo el calor de nuestra pequeña casita, y entonces me siento mejor, porque es un privilegio tener comida y un hogar calientito, cuando hay tantos que nunca lo han tenido y tal vez nunca lo tendrán…”
“A veces alguna persona me regala alguna pieza de pan, a veces ya duro. De todos modos yo lo acepto y lo agradezco, y siempre busco a alguien para compartirle un pedazo, porque el placer de compartir lo que se tiene, con quien lo necesita, es algo más grande de lo que yo pueda describir, y créame, hay tanta gente que aunque tengan muchas cosas, nunca han conocido ese enorme placer que da el compartir.”
“Así que, mi querido amigo, ¿qué más podría pedirle yo a la vida, si ya lo he tenido todo? Y soy muy consciente de ello, porque cuando me acuerdo, hasta se me pone la carne de gallina, y créame que me sucede muy seguido.
Puedo ver la vida, toda, desde lo más simple, como aquellas palomas que están jugando junto al estanque con los patos… ¿Qué necesitan ellas? Lo mismo que yo: ¡Nada!
Ellas y yo estamos muy agradecidos al cielo porque nos ha regalado la vida y nos permite disfrutarla, y yo sé que muy pronto usted también lo estará.”
Sus palabras quedaron resonando en el interior de mi cabeza y yo me quedé inmóvil, mudo, mirando al suelo sin mirar nada, absorto en aquellas sabias palabras de ese gran hombre, cuya sencillez desbordante me había abierto los ojos.
Después de un momento levanté mis ojos nublados por lágrimas que no habían alcanzado a escurrir, pues necesitaba ver nuevamente el rostro apacible de aquel hombre.
Para mi sorpresa, ya no estaba allí. Pareciera que se hubiese esfumado. Sólo quedaban las palomas que seguían jugueteando junto al estanque.
De pronto me invadió un arrepentimiento enorme de la forma en que yo había caminado por la vida, sin haberla realmente vivido…
Lo que sí pude percibir es que en lugar donde el hombre estaba, había quedado un sutil aroma apenas perceptible, pero que poco a poco se hacía más evidente, como si fuera un bouquet de flores silvestres y hierba fresca que no había en ésa época del año, que me inundaba y me llenaba de una paz que hasta ese momento no había conocido.
Yo no era muy creyente, pues aunque mis padres eran buenas personas, eran algo apáticos para esas cosas, así que yo ni siquiera pensaba en ello. Sin embargo no pude evitar pensar que aquel hombre era un Ángel, que disfrazado de mendigo, había sido enviado “de allá arriba” para traerme el más preciado regalo que se le puede dar a cualquier ser humano: LA HUMILDAD."

CORAZON SIN LIMITACIONES

                 "Los limites de los sueños están en la mente...
                 el poder para alcanzarlos esta en el corazón..."
 
                                                         Thalita.


Muchas veces nuestra manera de ver, pensar o interpretar los hechos nos condicionan y limitan.
 
A modo de reflexión, quiero compartir con ustedes este hermoso cuento, de Milton Erickson, psicólogo norteamericano ya fallecido.

 
¿Cómo pasar de un cuarto a otro?
Le pregunté a un alumno: "¿Cómo harías para ir de este cuarto a aquel otro?"
Me respondió: "Primero hay que pararse, luego dar un paso hacia adelante..."
Lo detuve y le pedí: "Nombrame todas las formas posibles para llegar de este cuarto al otro."
Enumeró: "Puede irse corriendo, caminando, saltando, a los brincos, dando vueltas de carnero... Uno puede llegarse hasta esa puerta, salir de la casa, entrar por la otra puerta y dirigirse a ese cuarto. O bien, si uno quiere, puede saltar por la ventana..."
Le dije: "Ibas a incluir todas las formas posibles, pero cometiste una omisión, una importante omisión. Normalmente yo empiezo por dar el siguiente ejemplo: 'Si quiero pasar de este cuarto a aquel otro, salgo por la puerta, tomo un taxi hasta el aeropuerto, compro un pasaje a Chicago, Nueva York, Londres, Roma, Atenas, Hong Kong, Honolulú, San Francisco, Chicago, Dallas, Phoenix, vuelo en una limosina y entro por el patio de atrás, paso la puerta trasera, y de la habitación del fondo paso a ese otro cuarto.' ¡ Y tú sólo pensaste en ir hacia adelante! No se te ocurrió ir hacia atrás, ¿no es cierto? Tampoco se te ocurrió gatear."
Mi alumno agregó: "Ni deslizarme sobre mi estómago."
¡Nos limitamos tan espantosamente en todo lo que pensamos!
 
Del latín limitatĭo, limitación es la acción y efecto de limitar o limitarse. El verbo limitar refiere a poner límites a algo, mientras que la noción de límite está vinculada a una línea que separa dos territorios, al extremo a que llega un determinado tiempo, al extremo que puede alcanzar lo anímico y lo físico o a una restricción.

Si nos dieran la oportunidad de comenzar de nuevo, ¿Que haríamos de diferente si no tuviéramos miedo? Por diseño, el ser humano es mucho más capaz de lo que mentalmente se cree él mismo. Se sabe que los limites están más en el pensamiento que en las capacidades.
 
“¿Seré capaz de asumir ese reto?”. Sin duda es la pregunta que se ha formulado muchas veces. Yo también. En general, todos. En uno u otro momento de la existencia, lo hacemos. Nos despierta temor vernos confrontados por un cambio que se avecina o tal vez, una tarea para la que consideramos que no tenemos las capacidades.
En sí el interrogante arroja resultados positivos. Nos permite evaluar hasta qué punto nos hemos preparado para asumir compromisos grandes. También pone de manifiesto nuestras falencias. Todo se traduce en puntos positivos y puntos en los que es necesario aplicar ajustes.
¿Sabía usted que muchas personas, una vez se encuentran dando vueltas a esta pregunta, se dan por vencidos sin haber siquiera comenzado a trabajar en aquello que les desafía y prefieren volver atrás, dejando incluso parte del trabajo que habían adelantado?
 
No todas las personas pueden asumir los retos, preocupaciones, responsabilidades y demás cuestiones que el día a día depara al ser humano. Lo que para unos supone lo normal de cada día, para otros es una cuesta empinada que deben superar cada día.
 
Estas personas que la realidad del día les supera eligen la huida como solución, hacen ver que no existe, le dan la espalda y no abordan las situaciones que les son estresantes o les producen ansiedad. El esfuerzo que deberían hacer para afrontarse a la vida es demasiado grande para ellos.
Son tan frágiles que todo les da miedo, se sienten como fracasados, frustrados y cuanto más se aíslan más miedo al compromiso tienen.
Plantarle cara a la vida es saber asumir nuestras limitaciones y aceptar nuestros fracasos. Si por no hacerlo evitamos cualquier situación de riesgo evitamos la ocasión de fallar y por tanto, de aprender a aceptar nuestros errores.
Para gozar de nuestras vidas es necesario un poco de valor, asumir riesgos en nuestras decisiones y procurar aprender tanto de nuestros éxitos como de nuestros fracasos.
 
¿Ha atravesado períodos de la vida en los que considera que sus metas quedaron atrás?¿Llegó acaso a sentir desánimo?¿Pensó que tal vez Dios se había olvidado de usted? Se preguntó, ¿de qué sirvió tanto esfuerzo? Si alguna de estas inquietudes le asaltó en alguna ocasión, seguramente comprenderá a Moisés.
Cuando creía que sus días terminarían escuchando el balido de las ovejas mientras que largas extensiones de desierto o quizá rocosas montañas serían lo último que vería, tuvo un encuentro personal con Dios. La espera había concluido. Igual con usted: es probable que esté a punto de rendirse y echar por la borda todos los sueños, metas y esperanzas que ha albergado por años. Cree que nada ocurrirá. Puede estar equivocado. Recuerde que, cuando estamos en el plan de Dios, cualquier cosa puede ocurrir. El llega en el momento oportuno, no cuando nosotros queremos...
 
Es un hecho que humanamente miramos y en cierta medida nos dejamos llevar por las apariencias. Dios mira el corazón. No presta atención a lo que se aprecia a primera vista. Le interesa lo que hay dentro de cada uno. Esa es la razón por la cual, cuando llama a alguien, no mira lo que es ahora sino lo que podría a llegar a ser en sus manos.
¿Recuerda al Señor Jesús cuando llamó a los discípulos? El no reparaba en lo rustico de Pedro, lo ambicioso de Mateo o lo delicado de Juan. Veía en ellos a potenciales líderes que serían fundamentales en la tarea de extender el Reino de Dios.
 
Hay quienes desprecian enormes oportunidades porque dimensionaron lo que creían eran sus limitaciones físicas, académicas o de liderazgo. Con el paso del tiempo se arrepienten.
El Señor tiene grandes planes para usted. Basta que se decida a serle útil. Es comprensible que sienta miedo, pero recuerde que Dios está en control de todo. No lo dejará solo. El velará por usted, y además, le ayudará a cumplir su misión...
 
Dios los bendiga.
Piénselo. Tal vez debe tomar esa decisión ahora. No tarde. Dios y el mundo le esperan para grandes misiones...