"El talento es un don que Dios nos hace en
secreto, y que nosotros revelamos sin
saberlo."
Montesquieu.
Según la
parábola en Mateo 25.14-30, el Señor nos ha dado talentos -a unos más, a otros
menos- conforme a la capacidad de cada creyente y a la potestad del Espíritu
Santo. Pero esos talentos, sean grandes o pequeños, han sido dados para
administrarlos bien. ¡Qué hermoso es cantar desde lo más profundo de nuestro
ser: «¡Gozo da servir a Cristo, en la vida diaria
aquí...!»
No importa si
sólo recibiste un don -¡esfuérzate y úsalo! William Barclay dijo: «los
hombres no son iguales en talentos, pero sí pueden ser iguales en
esfuerzo». Lo poco se multiplica cuando lo ponemos en las manos del
Señor.
Un hermoso pasaje de la Biblia nos narra
de un jovencito que sólo tenía cinco panes de cebada y dos pescados con
los cuales fueron alimentadas cinco mil personas. Ante los ojos de Andrés esos
pocos panes y pescados no servían para gran cosa, y dijo: «¿Qué es esto para
tantos? (Juan 6.9), y podríamos estar de acuerdo con él, pues, ¿cómo dar de
comer con tan poco a tan grande multitud? Pero, qué maravilloso es observar que
para los ojos de Jesús, esos cinco panes y dos pescados, fueron más que
suficientes para alimentar a todas aquellas personas. ¿Cuál fue la razón por la
que esos panes y pescados sirvieran para tan gran propósito? Fueron puestos en
las manos de Él. Jesús manifestó una vez más que para Dios no hay nada
imposible!
El Señor Jesús puede hacer lo mismo con tus talentos, por pequeños que creas que
estos sean. Si aún no los has puesto a su servicio, ¡hazlo ahora! Pon todo lo
que tienes en las manos de Él. No hay experiencia más gratificante que servir al
Señor con todo lo que tenemos y somos. La Biblia dice: «Cada uno según el
don que ha recibido, minístrelo a los otros, que como buenos administradores de
la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4.10).
Los buenos
mayordomos son aquellos que
consagran sus energías, sus dones o talentos, sus recursos y sus vidas
mismas al servicio del Maestro.
Es posible que
no te hayas dado cuenta del potencial que hay en ti, ni de los dones con que
Dios te ha provisto. Ve al Señor en oración y pídele que te muestre cuál es el
don que te ha dado para Su servicio.
Él te concederá
sabiduría para que sepas usar correctamente ese don que has recibido por su
gracia infinita. Santiago escribió: «Si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le
será dada» (Santiago 1.5).
Cuando Salomón
asumió su reinado, pidió sabiduría para poder gobernar a ese pueblo tan grande,
y Dios se la concedió (1 Reyes 3.5-12). ¿Acaso no hará lo mismo el Señor contigo
si se lo pides? ¡Decídete ahora! El cristiano fiel siempre servirá al Señor con
disposición y sin tardanza.
La Parábola de
los Talentos nos advierte acerca de las consecuencias de no usar bien los dones
que Dios nos ha confiado: «Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene
diez talentos, porque al que tiene le será dado y tendrá más; y al que no tiene,
aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de
afuera, allí vendrán el llanto y la desesperación» (Mateo
25.28-30).
Siente el gozo inefable de servir al Señor con todo lo que Él te ha dotado.
¡Hazlo ahora que gozas de salud y vigor! El «sacrificio vivo» que Dios
demanda (Romanos 12.1) consiste en usar el tiempo, los talentos, los recursos y
todo tu ser a Su servicio. ¡No esperes más, apresúrate a usar el talento que
Dios te ha concedido!.
Dios merece lo mejor de ti. Él nos formó con un propósito y espera que explotes al máximo lo que te ha dado. Él no quiere que envidies ni te preocupes de las habilidades que no posees, sino que te enfoques y uses los talentos que te ha dado.
Cuando intentas servir a Dios de maneras para las que no estás formado, es como meter un cubo a la fuerza dentro de un círculo, es frustrante y produce resultados limitados. También es una pérdida de tu tiempo, de tu talento y de tu energía.
Cuando intentas servir a Dios de maneras para las que no estás formado, es como meter un cubo a la fuerza dentro de un círculo, es frustrante y produce resultados limitados. También es una pérdida de tu tiempo, de tu talento y de tu energía.
La mejor manera de vivir tu vida es sirviendo a Dios de acuerdo a tu forma, para lo cual debes descubrir tus dones, aprender a aceptarlos y a disfrutarlos de modo que puedas desarrollarlos a su máxima expresión.
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Dios los bendiga