dispuestas a pequeñas reformas, no
estarán nunca en las filas de los
hombres que apuestan a cambios
trascendentales"
Gandhi
Hay dos historias con el mismo personaje “El águila”. Deseo hacer un
paralelo de ambas, y colocarte a reflexionar, sobre la decisión de cómo quieres
vivir el resto de tu vida:
El águila es el ave que posee mayor longevidad de su especie. Llega a
vivir hasta setenta años.
Pero para llegar a esa edad, a los cuarenta años tiene que tomar una
seria y difícil decisión. A los cuarenta ella está con sus uñas largas y
flexibles, no consigue agarrar más a sus presas de las cuales se alimenta. Su
pico largo y puntiagudo se curva apuntando hacia el pecho, están las alas
envejecidas y pesadas en función del grosor de las plumas, y volar se le hace
muy difícil.
Entonces el águila sólo tiene dos alternativas: morir o enfrentarse a un
doloroso proceso de renovación que dura ciento cincuenta días.
Ese proceso consiste en volar a lo alto de una montaña y recogerse en un
nido próximo a un acantilado donde no necesite volar. Entonces, después de
encontrar ese lugar, el águila empieza a golpear su pico contra una pared hasta
conseguir arrancárselo.
Después de arrancárselo, espera a que le nazca un nuevo pico, con el
cual después se arrancará las uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer,
comienza a arrancarse las viejas plumas. Sólo cinco meses después sale en un
hermoso vuelo de renovación para vivir durante treinta años más.
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que recogernos durante un tiempo
y comenzar un proceso de renovación. Para poder continuar volando en un vuelo
de victoria, tenemos que desprendernos de recuerdos, costumbres, viejos
hábitos…que nos causan dolor.
Solamente libres del peso del pasado, podemos aprovechar el valioso
resultado que la renovación siempre nos trae.
Ahora veamos la otra cara de la historia:
“Exploraba un jovencito aquellos lugares particularmente
bellos de la cordillera, cuando de pronto se encuentra con un huevo de ave
sobre el que no pudo precisar a cuál especie pertenecía. Con mucho cuidado lo
guarda en su mochila. Ya en su casa, decide agregarlo a uno de los nidos de sus
gallinas que empollaban en el gallinero. Con el correr de los días, junto a los
polluelos de gallina también aparece aquel traído con tanto esmero de las
cumbres. Resultó ser un polluelo de águila al que la gallina adoptó sin
advertirlo.
Sus días transcurrieron sin sobresaltos. Fue tiernamente atendido por la gallina que lo consideró uno más de los suyos. Aprendió todo lo que una gallina puede enseñar y vivió según sus hábitos: recorría el corral en buscando granos e insectos para comer y, por las noches, solía saltar hasta las ramas más altas de un viejo árbol para pernoctar.
Un día, sobre un limpio cielo azul alcanzó a divisar una imponente ave que volaba majestuosa. Inquieta, le pregunta a una vieja gallina qué tipo de ave era aquella que, por alcanzar tanta altura, demostraba disponer de mayor libertad.
-Es un águila-, le contestó su amiga. Las águilas se caracterizan por lograr esas alturas y volar felices y libres.
-¿Y nosotras?-, le pregunta angustiada.
-¡Ah, no! Nosotras no podemos hacerlo. Por lo tanto, ni sueñes con imitarla. Vive la vida que te enseñamos. Vive como una gallina, pues nosotras no podemos ser otra cosa.
Sumisamente el águila-gallina aceptó la sentencia y así vivió hasta sus últimos días: sin saber que podía volar. Sin siquiera intentar desplegar sus alas tal como veía en aquella que le había despertado admiración. Y lo más grave: sin percibir, sin tomar conciencia de que ella era un águila.”
Sus días transcurrieron sin sobresaltos. Fue tiernamente atendido por la gallina que lo consideró uno más de los suyos. Aprendió todo lo que una gallina puede enseñar y vivió según sus hábitos: recorría el corral en buscando granos e insectos para comer y, por las noches, solía saltar hasta las ramas más altas de un viejo árbol para pernoctar.
Un día, sobre un limpio cielo azul alcanzó a divisar una imponente ave que volaba majestuosa. Inquieta, le pregunta a una vieja gallina qué tipo de ave era aquella que, por alcanzar tanta altura, demostraba disponer de mayor libertad.
-Es un águila-, le contestó su amiga. Las águilas se caracterizan por lograr esas alturas y volar felices y libres.
-¿Y nosotras?-, le pregunta angustiada.
-¡Ah, no! Nosotras no podemos hacerlo. Por lo tanto, ni sueñes con imitarla. Vive la vida que te enseñamos. Vive como una gallina, pues nosotras no podemos ser otra cosa.
Sumisamente el águila-gallina aceptó la sentencia y así vivió hasta sus últimos días: sin saber que podía volar. Sin siquiera intentar desplegar sus alas tal como veía en aquella que le había despertado admiración. Y lo más grave: sin percibir, sin tomar conciencia de que ella era un águila.”
Quiero que te
preguntes cuál es tu gallinero?
Acaso serán los malos
hábitos, como: la pereza, la
inconstancia, la desmotivación, el desorden……….o de
pronto será la falta de amor propio, la droga, el
conformismo, el desprecio……solo
tú lo sabes……..pero está
en tus manos la decisión de renovar el camino y
alcanzar
las alturas…..despierta esa águila que está en ti y desecha
esa crianza
de gallina que obtuviste. Jamás permitas que nada ni nadie frustre tus
sueños.
A veces nos
preguntamos:
Por qué renovarnos?
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para que reanudemos un vuelo victorioso, nos debemos desprender de ataduras, costumbres y otras tradiciones del pasado.
Solamente libres del peso del pasado, con certeza podremos lograr a cabalidad el propósito de nuestra vida.
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para que reanudemos un vuelo victorioso, nos debemos desprender de ataduras, costumbres y otras tradiciones del pasado.
Solamente libres del peso del pasado, con certeza podremos lograr a cabalidad el propósito de nuestra vida.