sábado, 4 de agosto de 2012

QUERER ES PODER


                    "El hombre sabio procurará que sus actos
                    parezcan siempre voluntarios y no forzados, por
                    mucho que pueda obligarle la necesidad a
                    realizarlos."
                                          
                                               Maquiavelo.


Amas de casa que se cansaron de hacer oficio y que decidieron hacer empresa; desplazadas por la violencia, indígenas, madres cabeza de familia, divorciadas... Un matriarcado, compuesto por 520 expositoras se tomó por su cuenta las instalaciones de Corferias en Expoempresaria, evento que tiene un único fin: dignificar a las mujeres colombianas y exaltar su papel como comerciantes.


A Bogotá llegaron de todo el país cargadas con artesanías, confecciones y golosinas, producto de su ingenio con el que están demostrando que el sexo femenino de débil no tiene nada.
Una comerciante que estuvo secuestrada y que comercializa café, una abogada que hace muñecas negras para exaltar su raza, una desplazada que vende patacones y una divorciada cuentan cómo salieron adelante con tenacidad y fe.
Por la dignidad de las separadas.
“No podía echarme a morir porque mi marido me dejó. Tenía que levantarme, por mí y por mis hijos, demostrar que no era ninguna inútil”, cuenta María Victoria Cardona sobre la experiencia que la llevó a convertirse en empresaria.
Hace cinco años su esposo, el padre de sus hijos, decidió poner fin a un matrimonio de 22 años. Y aunque se sintió derrotada por instantes, no se echó a la pena.
“Fue muy duro, porque nunca me preparé para enfrentarme a la vida sola, con dos hijos pequeños. Siempre fui ama de casa, nunca estudié”, cuenta María Victoria.
Fue en ese entonces cuando recordó que tiempo atrás había pintado un delantal para regalárselo a una amiga.
Y volvió a pintar. Gallinas, pollos, huevos y vacas inspiraron su pincel sobre delantales de cocina. Luego vinieron camisetas y pijamas, con las que diversificó sus creaciones.
En su taller, en Medellín, trabaja con otras tres mujeres del mismo ‘gremio’ de abandonadas por sus maridos.
Con el paso de los días se abrió mercado entre vecinas y amigas, y hoy, su producto, es todo un éxito. Tanto así que ya ha hecho varios envíos a Chile, Panamá y Estados Unidos. En 15 días estará en almacenes de cadena. Esto último, gracias a que fue escogida como una de las ganadoras del concurso Antójate de Antioquia.
Si las cosas le salen bien, en pocos meses tendrá local y podrá hacer realidad su sueño: exportar sus delantales con todas las de la ley. Entonces podrá darle una mejor vida a sus hijos, pero sobre todo, se habrá reivindicado como mujer.
“Mi mensaje es para todas las separadas, para que entiendan que no necesitan un hombre al lado para realizarse como mujeres”.
El resurgir de una secuestrada.
“Fueron ocho meses de secuestro. Ocho largos meses en los que perdí mi negocio (un supermercado), mi casa y mi carro. Todo por lo que había luchado. También perdí mis dientes. Se me cayeron en cautiverio”.
Con estas palabras Xiomara Mantilla Miller relata el drama que vivió cuando, en el 2005, fue secuestrada en su Arauca natal, junto con su esposo. A él lo liberaron primero, a los cuatro meses de estar en el monte.
Al regresar a la libertad, Xiomara, madre de tres hijos, se encontró con un oscuro panorama. Tenía las manos vacías, y muchas deudas por pagar.
Sin embargo, sabía que no tenía tiempo para llorar. Todo el dolor que sentía lo convirtió en fortaleza y como el Ave Fénix resurgió de entre las cenizas.
Se puso en la tarea de recuperar una empresa que años atrás había gestado, y que por su secuestro se fue a pique: una tostadora de café.
Sacó un nuevo préstamo y tienda a tienda empezó a vender su producto, el café Doña Luka, que es una novedad en el mercado. Está elaborado con la fórmula ancestral del café de Arauca, con clavos y canela. También abrió un pequeño supermercado, que sin ser el gran negocio de antes, le permite, junto con el café, sostener a su familia.
“Después de un secuestro lo más duro es estabilizarse, enfrentarse al mundo luego de esa experiencia, y más cuando se ha perdido todo”, cuenta la mujer, quien vino a Bogotá en busca de mercados para su producto. Aunque las cosas no son fáciles, ella no desfallece.
Machacar plátanos, el negocio de Dora.
Dora Mercedes Cortés es de esas personas que les sacas provecho a los problemas.
Su esposo, comerciante de plátano en Armenia, estaba a punto de perder varias toneladas de ese producto, que comerciaba en plazas de mercado de municipios vecinos. El camión en el que transportaba la mercancía se quedó metido en un trancón que duró ocho días, y el plátano se maduró. No pudo venderlo.
En ese momento ella hizo gala de su ingenio, y se puso a hacer patacones.
Con canasta en mano esta mujer, oriunda de Cali, empezó a tocar puerta a puerta las casas y tiendas de Armenia, y recuperó parte de la inversión de su esposo.
La idea le dio tan buenos resultados que se dedicó por completo a los patacones. Los vende por paquetes de diferentes tamaños, y prefritos para que las amas de casa no tengan que machacarlos. Vienen listos para freírlos. No es la primera vez que Dora les hace el quite a los problemas. Cuando en el 2000 tuvo que dejar su parcela junto con su esposo y sus dos hijos en medio de las balas, en el Casanare, se fue para Armenia a empezar una nueva vida.
Ahora sus esperanzas están en su microempresa, en la que trabaja con María Gisel Torres, otra desplazada por la violencia. El producto lo venden en el comercio de Armenia, pero esperan entrar a supermercados. Quiere salir adelante con su pequeño negocio y ayudar a otros que, como ella, han tenido que empezar de cero varias veces.

Las ‘barbies’ negras de la mamá de la Ministra.
Al hablar de María Zenyde Zapata no solo hay que decir que es la mamá de la ex-ministra de Cultura, Paula Moreno, sino que es una mujer orgullosa de su piel negra, de su pelo arisco y de la tierra que la vio nacer: el Cauca.
Por eso, después de trabajar durante 25 años en el Instituto del Seguro Social, de donde se pensionó hace un par de años, no se resignó a quedarse en casa, a vivir como una jubilada más.
Se puso a pensar en qué podía invertir su tiempo libre, y se le ocurrió ponerse a hacer muñecas de trapo.
Pero no muñecas comunes y corrientes, con pelo rubio, piel blanca y ojos azules. Sus muñecas son de trapo, tienen trenzas, la nariz ñata y la boca gruesa.
Están vestidas con vistosos trajes folclóricos, de esos con los que se bailan cumbias y currulaos. Son negras, como ella, como su hija, la joven Ex-Ministra, como las mujeres de su raza. “Hay que enseñarles a los niños a que sean tolerantes, a que vivan en convivencia, a que socialicen con la gente que tiene un color diferente”, le dice María Zenyde a una mujer que con su pequeña hija pregunta por el precio de sus muñecas.
Y es que además de dignificar su raza y el folclor de las costas Atlántica y Pacífica, esta abogada entró al mercado con un producto novedoso y muy autóctono.
“Una vez busqué por toda Bogotá una muñeca negra para dar de regalo. Y no la encontré. Ahora, ya existen”, cuenta María Zenyde al hablar de sus ‘bar bies’ negras y folclóricas: Petronia, Jacinta y Tomasita, entre otras.
Por ahora, estas muñecas solo se venden en ferias comerciales, y por encargo. Pero su creadora quiere venderlas en grandes almacenes y exportarlas. Así generará empleo y mostrará otra cara de las mujeres de su raza.

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Dios los bendiga