"La cantidad de rumores inútiles que un
hombre puede soportar es inversamente
proporcional a su inteligencia."
Arthur Schopenhauer.
El Colombiano y Premio Nobel de Literatura, Gabriel Garcia Marquez, es el autor del siguiente cuento:
"Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora
vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el
desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le
pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que
algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son
presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en
el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le
dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace.
Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla.
Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una
cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este
pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso
regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier
pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla
porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima
estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy
grave va a suceder en este pueblo.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al
carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la
están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave
va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora
a comprar una libra de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que
algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro
libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el
cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se
vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo,
en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de
pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho
calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían
instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban
al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto
calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto
un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el
pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del
pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en
una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo.
Hasta el momento en que dicen:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos
vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se
llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo,
dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de
nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus
casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo
de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio,
clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que
estaba loca."
Los investigadores alemanes en el origen de este estudio analizaron la manera en la cual los rumores sobre una persona influyen en el comportamiento de otros hacia ésta.
Para eso, estudiaron el comportamiento de 126 estudiantes que jugaban a videojuegos con parejas o adversarios anónimos.
A cada uno de ellos se le entregó un sobre con 10 euros para distribuir a sus socios en cada parte del juego.
Mientras duraba el juego, se les repartieron notas sobre el comportamiento de los otros jugadores en los turnos anteriores, en particular sobre su generosidad.
Los jugadores que leyeron cosas positivas sobre sus socios los recompensaron financieramente, lo que sugiere que el rumor tuvo un fuerte impacto en sus decisiones.
Pero los investigadores también brindaron a los jugadores una lista de las acciones reales de sus socios en las primeras etapas del juego, acompañadas de rumores que contradecían esos hechos.
Sorprendentemente, en esos casos las decisiones de los estudiantes parecían basarse en los rumores más que en los hechos comprobados.
"Las personas se ven indebidamente influidas por el rumor, incluso si éste contradice lo que vieron", explicó Ralf Sommerfeld, investigador del Instituto Max-Planck en Alemania.
Según él, el rumor es percibido como fiable porque a lo largo del tiempo se ha convertido en un intrumento útil para recabar información.
El poder de un rumor tiene la capacidad de construir o destruir, infortunadamente por lo general la consecuencia es la ultima.
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