miércoles, 7 de marzo de 2012

PARA QUE CAMBIAR, SI ESTA BIEN HECHO.

 
              "El progreso es una bonita palabra. Pero el cambio
              es su motivador. Y el cambio tiene sus enemigos."

                                            
Robert Kennedy.
 

Lo conocido nos genera un campo de comodidad donde creemos estar seguros que desempeñamos nuestras cualidades en un alto porcentaje, pero el cambio es necesario para la evolución, si no miremos esa creación perfecta de Dios, el ser humano.

Es inevitable que exista resistencia al cambio; es desconcertarse por la gran cantidad de formas que adopta. La resistencia abierta se manifiesta en huelgas, menor productividad, trabajo defectuoso e incluso sabotaje. La resistencia encubierta se expresa mediante demoras y ausentismo mayores, solicitudes de traslados, renuncias, pérdida de motivación, moral más baja y tasas de accidentes o errores más altas.

Una de las formas más dañinas de la resistencia es la falta de participación y de compromiso de los empleados con los cambios propuestos, hasta cuando tienen oportunidades de participar. Esto cuando la resistencia proviene de parte de los trabajadores, pero cuando viene de parte del propietario el impacto será más severo.

En una encuesta de Gallup de 1999, fue elegido en el puesto 18 de las personas más admiradas del siglo XX. De la nada, construyó el descomunal emporio empresarial, donde aplicó su famosa línea de montaje.

Destino de un soñador.

Nacido en una granja en  1.863

Cursa estudios en escuelas públicas.

A sus 16 años era aprendiz de mecánica.

Durante algo más de diez años fue mecánico y luego Jefe de mecánicos.

Logra construir su primer coche, 1.893

Funda su propia compañía la Ford Motor Company, 1.903

Pocos, como él, tienen el honor de que su nombre se convierta en un sustantivo universalmente reconocido: el fordismo.

Hacia 1918, la mitad de los automóviles en las calles estadounidenses eran Ford T. Diecisiete millones de unidades de este mítico automóvil se vendieron desde su lanzamiento en 1908 hasta su desaparición en 1928.

Pero no todos son éxitos en esta historia. En los primeros años de la década de 1920, el modelo tradicional de eficiencia operativa y bajos precios comenzaba a manifestar su agotamiento. Pronto se
volvió evidente para todos (menos para Henry Ford) que estaban quedando atrás los tiempos de: "El cliente puede tener un automóvil del color que quiera, siempre y cuando sea negro".

Estaba claro que los clientes querían modelos de otros colores y mejor equipados. El público pedía
diseño y confort.

Pero Ford veía las cosas de manera diferente. Si bien sus ejecutivos de ventas le comentaban de los nuevos pedidos de los clientes, Henry se resistía. Desde su perspectiva, el modelo T tenía todo lo que una persona podía necesitar ("¿Para qué quiere, el público, un sistema de ignición eléctrico?").

En lugar de producir un modelo e ir mejorándolo gradualmente de acuerdo a las variaciones del mercado, Ford creía que había que diseñar "el automóvil correcto" y venderlo indefinidamente.

De esta forma, demoró una eternidad en introducir cambios radicales en el modelo. GM y Chrysler, con sus vehículos de mayor confort y estética, crecían vertiginosamente mientras declinaba la participación de mercado de Ford.

Sólo en 1927, mucho después de los primeros síntomas de problemas, Henry Ford aceptó que necesitaba un cambio. Así, discontinuó el modelo T (¡que había estado en el mercado, con muy pocos cambios, por dos décadas!) y lanzó el modelo A, con mayores opciones de diseño y customización.

En el camino, había perdido el liderazgo absoluto del mercado automotriz de los Estados Unidos.

Jamás puedes perder la capacidad de seguir reinventándote día a día, esa capacidad será el motor necesario para nunca dejar de ser pionero y siempre encontrarte a la vanguardia de tu negocio, o aun, de nuevos negocios derivados de ese proceso de buscar siempre mejorar lo que ya es bueno.
No olvides, que no hacerlo te llevara a una gran perdida de la visión, y que tus competidores siempre aprovecharan esa oportunidad, por ti brindada, para superarte y dejarte relegado en el negocio, donde un día fuiste el rey.

Pero también hay que reconocer que no todos los cambios son benéficos, Cuando Roberto Goizueta se convirtió en CEO de The Coca Cola Company en 1980, anunció a los empleados que no habría "vacas sagradas" en la forma de hacer negocios.
Y sin dudas que predicó con el ejemplo. El 23 de abril de 1985, siguiendo las recomendaciones de diversas
investigaciones de mercado, decidió lanzar New Coke, una nueva fórmula de la bebida más famosa del mundo.

Pero, asombrosamente, New Coke no era un nuevo producto que se añadía al portafolio. New Coke llegaba para reemplazar a la Coca-Cola. Y se desató el huracán.

Al poco tiempo, la empresa ya había recibido 400.000 llamados de clientes furiosos. Un psiquiatra, al que habían contratado para analizar los mensajes, comentó que muchos hablaban de la desaparición de la Coca-Cola como si se tratara de la muerte de un ser querido.
Las publicidades de la nueva bebida eran silbadas en eventos deportivos. Y hasta Fidel Castro comentó que el fiasco de New Coke era un símbolo de la decadencia del capitalismo americano.

Las presiones sobre el management se hicieron más intensas, y ya se especulaba con la posibilidad de un boicot.

Así, menos de tres meses después, los directivos anunciaron que relanzarían la antigua fórmula, bajo el nombre de Coca-Cola Classic. Este anuncio fue casi un acontecimiento nacional. Un senador comentó que el regreso de la Coca-Cola tradicional era un momento significativo en la historia de los Estados Unidos.

Algunos llegaron a denunciar que, en realidad, todo era una estrategia para ganar publicidad gratuita de cara a un relanzamiento de la marca.

Pero Donald Keough, presidente de la compañía, tenía una interpretación diferente: "El hecho es que todo el tiempo, el dinero y el talento invertidos en las investigaciones de mercado de New Coke fueron incapaces de medir o revelar los profundos lazos emocionales que mucha gente sentía hacia la vieja Coca-Cola".

Roberto Goizueta, el CEO que impulsó el controvertido cambio de fórmula, jamás se arrepintió de su decisión. De hecho, siguió al frente de la empresa, con gran éxito, durante más de una década. Y también siguió bebiendo New Coke hasta su muerte, en octubre de 1997.

El cambio en muchas ocasiones es necesario, si no cambias te cambian.

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Dios los bendiga