martes, 23 de octubre de 2012

MIEDO AL FRACASO

           "Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a
           fracasar."
 
                                                Paulo Coelho.
 
 
En la antigüedad, un gran maestro muy sabio una vez visitó un templo en el que le estaba esperando un joven monje que le iba a guiar por el camino. En el interior de aquel enorme y frío templo había tres perros que lo custodiaban. Aunque se encontraban encadenados a un poste, la imagen de esos perros negros ladrando con furia, con esos dientes afilados y con su mirada fija en ellos, hizo que el sabio se preocupara y con cierto miedo le preguntara al joven si era seguro pasar por ahí. Éste, confiado por la resistencia de las cadenas asintió con la cabeza. En uno de los fuertes embates que dieron los perros rabiosos el soporte que sujetaba las cadenas al poste cedió y éstos quedaron libres de toda sujeción. En cuestión de segundos los perros, con los ojos inyectados en sangre, corrían a gran velocidad hacia los dos visitantes indeseados. El miedo dejó blanco al joven. Se había quedado totalmente paralizado. El maestro, en cuanto vio que los perros se dirigían con rabia hacia él, en vez de huir o quedarse paralizado por el miedo hizo algo muy curioso: miró a los perros a los ojos y se puso a correr directamente hacia ellos. Imagina la estampa: tres perros rabiosos corriendo hacia el sabio y éste, al otro lado del templo, corriendo con toda su energía hacía los perros. Entonces, ocurrió algo interesante: los perros, nunca habían visto algo parecido, y al ver a ese hombre corriendo hacia ellos se pusieron a huir. El Sabio, volvió con el muchacho, le sonrío amistosamente y le dijo: “siempre corre hacia tus miedos”.
 
Algunos diccionarios definen oportunidad como una circunstancia favorable o que se da en un momento adecuado u oportuno para hacer algo.
No hay nada más triste que ver pasar las oportunidades que se van presentando mientras se consumen los días de vida. Si te aterra como a mí la visión de estar en tu lecho de muerte lamentándote por las oportunidades perdidas a lo largo de tu vida sigue leyendo y tal vez esto te pueda ayudar a borrar para siempre esa triste imagen. La vida es demasiado corta para andarse con medias tintas.
La realidad es que todos nosotros hemos perdido muchas oportunidades que hoy nos parecen obvias que debimos aprovecharlas. A pesar de esa consciencia de desperdicio pasado, a día de hoy estoy seguro que seguimos pecando en los mismos errores que antaño cometíamos.
¿Cuál es el mayor obstáculo en nuestras vidas que nos impide aprovechar las oportunidades y crear de nuevas? ¿Es acaso la falta de recursos? ¿El color de nuestra piel? ¿Nuestra falta de belleza o el “exceso” de esta? ¿La falta de contactos o amigos? ¿Nuestra salud delicada? ¿La falta de tiempo? ¡No! Déjame que lo diga otra vez: ¡No! Ninguna de estas opciones es un verdadero obstáculo para tu éxito. Ninguna.
Si analizas todas las oportunidades perdidas o dejadas de tener por tu falta de iniciativa responden a una misma causa: el miedo. El miedo adopta miles de formas y se presenta como una especie de demonio que nos hace huir despavoridos.
El miedo tiene su utilidad y razón de ser: nos pone aleta ante situaciones de peligro, nuestros sentidos se agudizan y la adrenalina fluye por nuestras venas. Digamos que este nos permite prepararnos para un mal que se avecina o que intuimos que lo hará de forma inminente.
En nuestros genes ha quedado un residuo que se llama miedo que nos paraliza y nos hace huir. Ya te digo que gracias a la sensación de miedo, y a los mecanismos que se activan en nuestro organismo con su aparición, hoy los seres humanos seguimos vivitos y coleando por la tierra. De no ser gracias a este hace ya miles de años que las fieras nos habrían comido o nos habríamos matado todos en guerras suicidas. Ante un peligro que genera miedo el individuo no lucha salvo que esté en grupo o no le quede más remedio para sobrevivir. La respuesta normal del individuo ante el peligro es huir corriendo hasta que el peligro se desvanece. Pues bien, ese miedo que tanto bien nos ha dado a nuestra especie hoy no es otra cosa que un residuo genético sin apenas sentido de ser y que nos frena en la consecución de nuestros objetivos.
El miedo, como ya te avancé, se nos presenta de mil y una formas distintas y nos paraliza o nos hace huir. En nuestra sociedad el miedo no hace otra cosa que entorpecer nuestro camino hacia la felicidad. Pero tranquilo, no te voy a pedir que luches contra un demonio de mil caras sino contra sólo uno que se encuentra bien definido: la vergüenza.
La vergüenza es el peor mal que se podría haber cernido sobre ti. Fue la vergüenza quien te impidió hablar con aquella chica, cogerle de la mano y besarla. Fue la vergüenza la que te impidió decirle te quiero a tus padres. Fue la vergüenza la que te contuvo de pedir un aumento de sueldo o la que te dijo que tú tal vez no merecías ese puesto vacante. La vergüenza también te dijo que los sueños sólo se cumplen en las películas y que la vida real es bien distinta. Ese proyecto que tenías en mente y que nunca llevaste a cabo por falta de iniciativa y arrojo ¿sabes quién estuvo detrás de ese fracaso? La vergüenza.
Sentirse frustrado por ver, una vez detrás de otra, como las oportunidades latentes se desvanecen por ese estúpido e inútil sentimiento de vergüenza, creo que es el momento de correr hacia tus miedos, solo decidete y hazlo.
 

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Dios los bendiga