lunes, 24 de septiembre de 2012

DEPENDE DE LA LUPA CON QUE MIRES

                 "Muchos fracasos de la vida han sido de hombres
                que no supieron darse cuenta de lo cerca que
                estaban del éxito cuando se rindieron."

                                             Thomas Alba Edison.


En la actualidad existe una tendencia que a muchas personas afecta que es el ver el lado negativo de las cosas que esta sobre la de ver el lado positivo, estas son actitudes que influyen no solamente en los estados de ánimo de una persona si no que también terminan afectado el resultado de lo que realizamos.
Es normal juzgar y describir a los optimistas como personas mal informadas, ingenuas, que no son capaces de ver todos los aspecto de la realidad, ilusas que tarde o tempranos se darán cuenta de que la vida es un cumulo de problemas que son de difícil solución.
Pero debemos tomar en cuenta que ser optimistas es algo bueno y no equivale a ser inocente ya que el optimista percibe lo bueno en cada circunstancia y es capaz de optimizar las posibilidades correctas en cada situación a la que se debe enfrentar.
Podemos encontrar tantos puntos de vistas como personas en el mundo ya que cada uno piensa de manera diferente e individual por que somos diferentes a los demás Pero en una clasificación muy sencilla y quizá un poco reduccionista podemos distinguir entre optimistas y pesimistas.
Toda persona pesimista encuentra la realidad siempre desde el lado más negativo en cambio los optimistas son todo lo contrario ya que interpretan lo mejor de cada situación cotidiana, eso no quiere decir que las personas con buena actitud ignoren lo malo.
 
Una de las verdades más profundas de la psicología humana la refleja el viejo proverbio de que ‘nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira’. Una misma situación percibida por dos personas puede adquirir una dimensión muy diferente. No se puede afirmar categóricamente ‘esto es así’, es más adecuado el planteamiento ‘yo esto lo percibo así’, porque la forma en que hemos aprendido a interpretar la realidad va a condicionar nuestro estado de ánimo y éste el enfoque que daremos a nuestra vida.
 
Ser pesimista amarga el carácter y enturbia todas las relaciones humanas.
Es así, porque esta actitud habitualmente esconde la falta de confianza en uno mismo y en los demás.
‘¿Qué más quisiera yo que ser optimista, pero la vida me ha hecho ser realista?’.
Esta afirmación casi siempre oculta una renuncia al cambio, que se basa en que las personas son como son y en que es inútil esforzarse por cambiar el carácter y la actitud de la gente. Nada más falso.
Hay que reconocer que todos tenemos un componente básico difícil de modificar, pero la personalidad se compone también de conductas aprendidas y sobre éstas sí se puede actuar.
En eso consiste el proceso de mejora de la personalidad que, aunque en lo básico se construye en los primeros años de vida, puede cambiarse.
Por mucho que creamos ser de un modo determinado, si echamos un vistazo a nuestros cinco o diez últimos años de vida contemplaremos cómo han evolucionado nuestras actitudes ante los diversos acontecimientos ocurridos.
Y si la vida nos cambia, normalmente, a más serios y circunspectos, ¿por qué no podemos modificar voluntariamente nuestra manera de ver las cosas, para poder vivir más positivamente?
 
La clave es restringir los pensamientos negativos y fomentar la fe en nosotros mismos, buscando en cada momento la respuesta más conveniente a nuestros problemas.
No se trata de negar las dificultades, sino de trasmitirnos consignas que nos ayuden a superarlas.
¿Quién no ha visto a algunos golfistas hablarse a sí mismos en pleno partido, animándose, corrigiéndose, estimulándose?
Han sido entrenados psicológicamente para ello, para superar esos momentos de flaqueza o desaliento dándose ánimos a sí mismos, apelando a su fuerza interior, a esa actitud positiva y optimista.
Ser optimista equivale a vivir mejor
Buscar el lado positivo de las cosas ayuda a sentirnos mejor, hace surgir sentimientos de bienestar y proporciona fuerza y energía para enfrentarnos a las situaciones difíciles.
Fijarse en las cosas buenas de la vida es una actitud, que puede ser cultivada y elaborada. 
 
No hay que aceptar lo que la vida nos impone. La vida tiene que aceptar lo que imponemos a ella --- el valor que tenemos para decidir lo improbable y para afianzarnos en lo difícil.
Tengamos fe en nuestras aptitudes y en nuestra determinación de superar.
Con esas armas, y enterrando nuestros talones firmemente en la tierra, venceremos la situación o quien sea.

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Dios los bendiga