miércoles, 20 de junio de 2012

PEQUEÑOS DETALLES

                   
"Para saber bien las cosas, hay que conocerlas con todo detalle; y como los detalles son casi infinitos, nuestros conocimientos son siempre superficiales e imperfectos"

                                             Francois de la Rochefoucauld.
 

El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato. Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles.
Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra

había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le

dijo al maestro:

¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples

detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el

maestro.

Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la

vida son detalles.
Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a

veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos

rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el

beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de

pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente

nuestra existencia.

Todas las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o

amistad- se basan en detalles. Nadie espera que remontes

el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí que le

hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales

el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo

visites durante unos minutos cuando sabes que está

enfermo.

Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad

para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo

triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar

muchas otras, modestas pero significativas. Se puede pasar

la vida sin que la otra persona necesitara jamás que le

donaras un riñón, aunque se quedó esperando que le

devolvieras la llamada.

Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la

lotería, un suceso majestuoso que de la noche a la mañana

cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es

falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en

detalles que sazonan día a día nuestra existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la

aparente simpleza. NO desestimes jamás el poder de las

cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el

hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una

tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no

pienses que son  insignificantes.

En los momentos de mayor dicha o de mayor dolor se

convierten en el cemento que une los ladrillos de esa

construcción que llamamos relación. La flor se marchitará,

las palabras quizá se las llevará el viento, pero el recuerdo

de ambas permanecerá durante mucho tiempo en la mente y

el corazón de quien las recibió.

¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita,

levanta el teléfono. Hazlo ahora, mientras la oportunidad aún

es tuya. NO lo dejes para después por parecerte poca cosa.

En las relaciones no hay cosas pequeñas, únicamente

existen las que se hicieron y las que se quedaron en buenas

intenciones...

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Dios los bendiga