"Los limites de los sueños están en la mente...
el poder para alcanzarlos esta en el corazón..."
Thalita.
Muchas veces nuestra manera de
ver, pensar o interpretar los hechos nos condicionan y limitan.
A modo de reflexión, quiero compartir con ustedes este hermoso cuento, de Milton
Erickson, psicólogo norteamericano ya fallecido.
¿Cómo
pasar de un cuarto a otro?
Le pregunté a un alumno: "¿Cómo harías para ir de este
cuarto a aquel otro?"
Me respondió: "Primero hay que pararse, luego dar un paso hacia adelante..."
Lo detuve y le pedí: "Nombrame todas las formas posibles para llegar de este cuarto al otro."
Enumeró: "Puede irse corriendo, caminando, saltando, a los brincos, dando vueltas de carnero... Uno puede llegarse hasta esa puerta, salir de la casa, entrar por la otra puerta y dirigirse a ese cuarto. O bien, si uno quiere, puede saltar por la ventana..."
Le dije: "Ibas a incluir todas las formas posibles, pero cometiste una omisión, una importante omisión. Normalmente yo empiezo por dar el siguiente ejemplo: 'Si quiero pasar de este cuarto a aquel otro, salgo por la puerta, tomo un taxi hasta el aeropuerto, compro un pasaje a Chicago, Nueva York, Londres, Roma, Atenas, Hong Kong, Honolulú, San Francisco, Chicago, Dallas, Phoenix, vuelo en una limosina y entro por el patio de atrás, paso la puerta trasera, y de la habitación del fondo paso a ese otro cuarto.' ¡ Y tú sólo pensaste en ir hacia adelante! No se te ocurrió ir hacia atrás, ¿no es cierto? Tampoco se te ocurrió gatear."
Mi alumno agregó: "Ni deslizarme sobre mi estómago."
¡Nos limitamos tan espantosamente en todo lo que pensamos!
Me respondió: "Primero hay que pararse, luego dar un paso hacia adelante..."
Lo detuve y le pedí: "Nombrame todas las formas posibles para llegar de este cuarto al otro."
Enumeró: "Puede irse corriendo, caminando, saltando, a los brincos, dando vueltas de carnero... Uno puede llegarse hasta esa puerta, salir de la casa, entrar por la otra puerta y dirigirse a ese cuarto. O bien, si uno quiere, puede saltar por la ventana..."
Le dije: "Ibas a incluir todas las formas posibles, pero cometiste una omisión, una importante omisión. Normalmente yo empiezo por dar el siguiente ejemplo: 'Si quiero pasar de este cuarto a aquel otro, salgo por la puerta, tomo un taxi hasta el aeropuerto, compro un pasaje a Chicago, Nueva York, Londres, Roma, Atenas, Hong Kong, Honolulú, San Francisco, Chicago, Dallas, Phoenix, vuelo en una limosina y entro por el patio de atrás, paso la puerta trasera, y de la habitación del fondo paso a ese otro cuarto.' ¡ Y tú sólo pensaste en ir hacia adelante! No se te ocurrió ir hacia atrás, ¿no es cierto? Tampoco se te ocurrió gatear."
Mi alumno agregó: "Ni deslizarme sobre mi estómago."
¡Nos limitamos tan espantosamente en todo lo que pensamos!
Del latín limitatĭo, limitación es la acción y efecto de limitar o limitarse. El verbo limitar refiere a poner límites a algo, mientras que la noción de límite está vinculada a una línea que separa dos territorios, al extremo a que llega un determinado tiempo, al extremo que puede alcanzar lo anímico y lo físico o a una restricción.
Si nos dieran la oportunidad de comenzar de nuevo, ¿Que haríamos de diferente si no tuviéramos miedo? Por diseño, el ser humano es mucho más capaz de lo que mentalmente se cree él mismo. Se sabe que los limites están más en el pensamiento que en las capacidades.
Si nos dieran la oportunidad de comenzar de nuevo, ¿Que haríamos de diferente si no tuviéramos miedo? Por diseño, el ser humano es mucho más capaz de lo que mentalmente se cree él mismo. Se sabe que los limites están más en el pensamiento que en las capacidades.
“¿Seré capaz de asumir ese reto?”. Sin duda es
la pregunta que se ha formulado muchas veces. Yo también. En general, todos. En
uno u otro momento de la existencia, lo hacemos. Nos despierta temor vernos
confrontados por un cambio que se avecina o tal vez, una tarea para la que
consideramos que no tenemos las capacidades.
En sí el interrogante arroja resultados positivos. Nos
permite evaluar hasta qué punto nos hemos preparado para asumir compromisos
grandes. También pone de manifiesto nuestras falencias. Todo se traduce en
puntos positivos y puntos en los que es necesario aplicar
ajustes.
¿Sabía usted que muchas personas, una vez se encuentran
dando vueltas a esta pregunta, se dan por vencidos sin haber siquiera comenzado
a trabajar en aquello que les desafía y prefieren volver atrás, dejando incluso
parte del trabajo que habían adelantado?
No todas las personas pueden asumir los retos, preocupaciones, responsabilidades y demás cuestiones que el día a día depara al ser humano. Lo que para unos supone lo normal de cada día, para otros es una cuesta empinada que deben superar cada día.
Estas personas que la realidad del día les supera eligen la huida como solución, hacen ver que no existe, le dan la espalda y no abordan las situaciones que les son estresantes o les producen ansiedad. El esfuerzo que deberían hacer para afrontarse a la vida es demasiado grande para ellos.
Son tan frágiles que todo les da miedo, se sienten como fracasados, frustrados y cuanto más se aíslan más miedo al compromiso tienen.
Plantarle cara a la vida es saber asumir nuestras limitaciones y aceptar nuestros fracasos. Si por no hacerlo evitamos cualquier situación de riesgo evitamos la ocasión de fallar y por tanto, de aprender a aceptar nuestros errores.
Para gozar de nuestras vidas es necesario un poco de valor, asumir riesgos en nuestras decisiones y procurar aprender tanto de nuestros éxitos como de nuestros fracasos.
¿Ha atravesado períodos de la vida en los que considera que
sus metas quedaron atrás?¿Llegó acaso a sentir desánimo?¿Pensó que tal vez Dios
se había olvidado de usted? Se preguntó, ¿de qué sirvió tanto esfuerzo? Si
alguna de estas inquietudes le asaltó en alguna ocasión, seguramente comprenderá
a Moisés.
Cuando creía que sus días terminarían escuchando el balido
de las ovejas mientras que largas extensiones de desierto o quizá rocosas
montañas serían lo último que vería, tuvo un encuentro personal con Dios. La
espera había concluido. Igual con usted: es probable que esté a punto de
rendirse y echar por la borda todos los sueños, metas y esperanzas que ha
albergado por años. Cree que nada ocurrirá. Puede estar equivocado. Recuerde
que, cuando estamos en el plan de Dios, cualquier cosa puede ocurrir. El llega
en el momento oportuno, no cuando nosotros queremos...
Es un hecho que humanamente miramos y en cierta medida nos
dejamos llevar por las apariencias. Dios mira el corazón. No presta atención a
lo que se aprecia a primera vista. Le interesa lo que hay dentro de cada uno.
Esa es la razón por la cual, cuando llama a alguien, no mira lo que es ahora
sino lo que podría a llegar a ser en sus manos.
¿Recuerda al Señor Jesús cuando llamó a los discípulos? El
no reparaba en lo rustico de Pedro, lo ambicioso de Mateo o lo delicado de Juan.
Veía en ellos a potenciales líderes que serían fundamentales en la tarea de
extender el Reino de Dios.
Hay
quienes desprecian enormes oportunidades porque dimensionaron lo que creían eran
sus limitaciones físicas, académicas o de liderazgo. Con el paso del tiempo se
arrepienten.
El
Señor tiene grandes planes para usted. Basta que se decida a serle útil. Es
comprensible que sienta miedo, pero recuerde que Dios está en control de todo.
No lo dejará solo. El velará por usted, y además, le ayudará a cumplir su
misión...
Dios los bendiga.
Piénselo. Tal vez debe tomar esa decisión ahora. No tarde. Dios y el
mundo le esperan para grandes misiones...
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Dios los bendiga