sábado, 2 de febrero de 2013

DECISION SALOMONICA


                           "Si quieres ser sabio, aprende a interrogar
                            razonablemente, a escuchar con atención,
                            a responder serenamente y a callar cuando
                            no tengas nada que decir."
 
                                                      Johann Kaspar Lavater.
 

Muchas veces he escuchado dentro del comentario popular, que una decisión justa y sabia es una “Decisión Salomónica”, con ello se pretende inducir la idea de decidir equitativamente,en partes iguales, mitad para cada uno; y tomando esta línea de pensamiento “filosófico popular” intentamos aplicarlo en cada caso posible, sin llegar a ver en ello algún fruto genuino de sabiduría o de justicia, sino más bien una manera elegante de desligarse de la responsabilidad de decidir, eligiendo una opción a favor de una de las partes, en una búsqueda y deseo de contentar a todas las pates.
 
¿De donde se origina la frase“Decisión Salomónica”? ¿Y por que considerarla como sabia?. Como esta y otras tantas frases populares, son extraídas de la Biblia, y en algunos casos, al no ser entendidas o desvirtuadas de su concepto original, son mal aplicadas.

Es una denominacion convencional para un episodio bíblico muy tratado. Se narra en el Libro I de los Reyes (3: 16-28), y describe el recurso que utilizó Salomón, rey de Israel y considerado el hombre mas sabio sobre la tierra, para averiguar la verdad en un caso judicial que se le presentaba: la disputa entre dos mujeres, el hijo de una de las cuales había muerto; ambas decían ser la madre del niño vivo:
 
«Ésta afirma: “Mi hijo es el que vive y tu hijo es el que ha muerto”; la otra dice: “No, el tuyo es el muerto y mi hijo es el que vive.”» Y añadió el rey:
—Traedme una espada.
Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo:
—Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra.
Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y le dijo:
—¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis.
—Ni a mí ni a ti; ¡partidlo! —dijo la otra.
Entonces el rey respondió:
—Entregad a aquélla el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
 
A la hora de tomar decisiones se nos hace a veces un poco difícil la tarea de tener que decidir, pues al evaluar las situaciones o las posibilidades, nos queda un sabor amargo de duda, que nos lleva a pensar que tal vez no hayamos evaluado correctamente o todo lo suficiente que deberíamos, pues por lo general solemos contar con escasa información,debido a que las evidencias que se nos presentan, para resolver un problema, proveen información similar o confusa, haciendo que la tarea de hallar la mejor opción o la verdad para cada ocasión, sea una tarea difícil de realizar.
Adultos o jóvenes en el momento de decidir, necesitamos estar seguros y confiados al momento de hacerlo, estando convencidos de aquellos recursos con que contamos a la hora de hacer una evaluación justa, y aun así, puede que (por más esfuerzo que pongamos humanamente hablando) no nos garantice el cometer un error; pues las emociones, las pasiones y los sentimientos, reflejo de nuestros deseos y aspiraciones, que en la mayoría de las veces, nos hacen una mala jugada, perturban nuestra capacidad de pensar de manera inteligente, impidiéndonos decidir de manera apropiada. ¿Quien no quisiera ser sabio para saber lo que conviene?.
 
Es aqui donde toma relevancia la sabiduria del rey Salomon. Dios le habia dado al rey Salomon sabidura para juzgar y gobernar con inteligencia. El sabia que la mujer que era la mama verdadera del niño no iba a quere que le hicieran daño a la criatura, aunque se la tuviera que dar a otra mujer.


En la vida, a menudo, llegamos a un punto en que tenemos que tomar decisiones. Pueden ser desde una de negocios hasta una decisión relacional. Con frecuencia nuestro juicio puede ser empañado por nuestras emociones, incluso podríamos hallarnos tratando de tomar decisiones para las que no estamos capacitados. Aunque tratamos de tomar buenas decisiones, no nos molestamos en pedirle consejo a cualquier persona y, si lo hacemos, es a la persona equivocada.
Con el paso de los años, veo que las peores decisiones que he hecho fueron aquellas para las cuales nunca pedí ayuda. Muchas de esas decisiones me han costado un alto precio en lo personal y en lo empresarial, con la consabida perdida de dinero. Y todo ello debido al orgullo, o porque sabía lo que otros pensarían, y estaba seguro de que no me gustaría escuchar eso. Por tanto, ¿qué hacer para tomar decisiones sabias?

 De jovenes algunas de nuestras decisiones oscilan entre ¿Camisa o polo? ¿Bus o colectivo? ¿Estudio o trabajo? ¿Soltería o casamiento? ¿Embarazo o aborto?... Decisiones, son muchas las decisiones que debemos tomar a diario, no es algo que nos proponemos o que podamos evitar, simplemente hay que hacerlas, pequeñas decisiones por asuntos muy simples o grandes e importantes decisiones con repercusiones de por vida.
Como adultos, comprobamos en carne propia que en ocasiones ni siquiera todos nuestros conocimientos y experiencia acumulada, son suficientes como para tomar las mejores decisiones.

Prov. 2:1-5 dice: "Hijo mío, presta atención a lo que digo y atesora mis mandatos. Afina tus oídos a la sabiduría y concéntrate en el entendimiento. Clama por inteligencia y pide entendimiento... Entonces comprenderás lo que significa temer al Señor y obtendrás conocimiento de Dios".
¿Quién si no Dios, que todo lo sabe, que nos creó con un propósito y nos conoce a la perfección, puede darnos el mejor de los consejos para llegar a la meta que nos tiene preparada? "¿Habrá alguien que pueda conocer los pensamientos del Señor? o ¿Existe alguien que sepa lo suficiente como para aconsejarlo?" (Rom.11:34) ¡No, no lo hay!

No podemos seguir ignorando a Dios, tomando decisiones basados solo en las cosas que nos gustan y dan placer, o en las que nos hacen sentir bien, sin pensar en las consecuencias que esto nos puede traer. No se trata de "echar suertes" para decidir si nos conviene o no, es nuestro futuro, nuestra vida la que está en juego. Necesitamos algo más sólido, que resista el paso del tiempo y que sus efectos sean beneficiosos.

Necesitamos algo más poderoso, necesitamos Su sabiduría. ¿No la tenemos?
"Entonces, pidámosla a nuestro generoso Dios, y él nos la dará y no los reprenderá por pedírsela" Stgo.1:5

Sólo Dios puede dirigir nuestros pasos y darnos la fuerza para decidir, no sólo por lo que nos traerá placer momentáneo, sino bendición a lo largo de nuestra vida y a la de quienes nos rodean. Aunque no sea fácil y para hacerlo tengamos que pasar por un proceso doloroso, ¡vale la pena obedecer a Dios!

Señor: Ayúdanos a tomar decisiones que "afecten" y no que "infecten"nuestra vida.
 
 

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Dios los bendiga