"No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de
hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran
más temor."
Alejandro Dumas.
Cristóbal Colón, aquel personaje que
viajaba meses –y hasta años- por la loca idea (y no fue tan loca) de que más
allá del fin del mundo no existían los temidos dragones, que la tierra no era
plana sino redonda, que el mundo no terminaba allí.
Seguro que cada vez que lo hablaba con alguien y lo invitaba a unirse a su
aventura, lo tildaban de loco, se burlaban y trataban de convencerlo de que
perdía su tiempo en seguir viajando. Pero aún así, Colón siguió firme a su idea,
a su visión. ¿Qué habría sucedido si hubiera renunciado?
La mayor parte de la vida nos la pasamos haciendo lo que siempre hemos hecho, lo que nos dicen que debemos hacer, lo que se espera que hagamos, etc. Pero en realidad no estamos haciendo algo realmente nuevo, distinto. Entonces ¿Por qué esperamos obtener resultados que nos lleven al éxito? Si hacemos lo que otros antes han hecho llegaremos a donde otros antes han llegado.
La única forma de llegar al éxito que nadie antes llegó, es haciendo cosas distintas, cruzando las barreras que separan los “es lo normal” de los “tu estas loco pero cómo se te ocurre”, hay que construir y cruzar los puentes que te llevan a ese tipo de locuras.
Esta falta de creencia de la gente, este conformismo que vio y experimentó
constantemente el descubridor de América, no es cosa sólo del pasado, hoy, a
pesar de que vivimos en un mundo mucho más desarrollado, nos encontramos con
gente que piensa aún así. Se reclama mucho el alcanzar un mundo mejor, pero...
¿alguien está haciendo algo por cambiarlo? Sólo algunos...
El hacer algo nuevo (lo que muchos llaman emprender) empieza con un sencillo
paso. Se siente algo en el estómago que no nos deja tranquilos, que nos dice que
algo hay, nos tiene inquietos, esa empresa con la que soñamos, la presentación
de un nuevo proyecto, el conquistar a ese chico o chica... sea lo que fuere,
empieza con un cosquilleo en el estómago y después va tomando forma poco a poco
hasta que se convierte en una visión, y esa visión es como la estrella –o la
brújula- que nos permite conocer el rumbo, no importa donde estemos.
Muchos son los que dicen “haz –o estudia- lo que te gusta”. Pienso que la
clave para decidirnos qué estudiar, qué hacer, o cómo tener éxito en lo que
elijamos, no es hacer lo que nos gusta sino divertirnos en lo que hagamos, eso
es fundamental. En realidad, es todo un proceso, pero pienso que para tener
éxito, la clave es la pasión, creer y enamorarnos de nuestro proyecto, presente
o futuro.
Pero, ¿de qué nos vale la pasión si no la comunicamos?. ¿De qué me sirve
tener grandes ideas si no las puedo transmitir a los demás... si no puedo
enseñar a otros lo que yo estoy viendo? Los visionarios normalmente somos
líderes y tenemos la facultad de “contagiar” nuestro proyecto. Tener una visión
es viajar al futuro, mirarlo, vivir en él, y después regresar; y que mejor si
podemos hacer este viaje acompañados.
Un último punto, muy importante. En nuestro camino hacia nuestra visión, con
frecuencia debemos preguntarnos si alcanzamos las metas trazadas, si estamos
haciendo las cosas bien y si estamos convencidos que es la adecuada. Todo
profesional debe tener siempre una actitud de auto-evaluación y de apertura a
las sugerencias de terceros, la humildad es importante y el aprender de la
situación y personas que nos rodean.
Un líder, como lo fue en su época Cristóbal Colón, y muchos hombres más que
revolucionaron la historia, es un humilde capitán que tiene valentía y
humanidad, que se solidariza y compromete, que se apasiona, que cree... que
motiva su tripulación y la hace partícipe de un sueño, un sueño que puede
cambiar el mundo.