lunes, 6 de agosto de 2012

TERNURA DE LO ALTO.

                          "El amor sin ternura es puro afán de dominio y de
                auto afirmación hasta lo destructivo. La ternura sin
                amor es sensiblería blanda incapaz de crear
                nada."

                                         Fernando Savater


«Levántate, amada mía, preciosa mía, ven. Que ya ha pasado el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Las flores brotan en el campo y se oye el arrullo de la tórtola»
(Cant 2, 10ss). El Cantar de los Cantares celebra el amor emocionado, bello, permanente, de un varón y una mujer que gozan y valoran la vida al encontrarse. Aventura de búsqueda y belleza, de gozo y libertad, de entrega y canto. Su introducción en el canon bíblico sirvió para que judíos y cristianos se sirvieran de él a lo largo de los siglos para hablar de la relación de Dios con su pueblo y con cada creyente. No tanto para hacer reflexiones filosóficas sobre el ser de Dios, cuanto para cantar experiencias de encuentro con él.
Oseas y los profetas posteriores a él ya nos habían acostumbrado a hablar de Dios como de un esposo lleno de paciencia y de ternura, siempre dispuesto a acoger y a perdonar: «Yo sanaré su infidelidad, la amaré gratuitamente» (Os 14, 5). Usaron incluso la imagen de una madre amorosa: «¿Acaso olvida una madre a su hijo y no se apiada del fruto de sus entrañas? Pues aunque ella lo hiciera, yo nunca te olvidaré. Fíjate en mis manos, te tengo tatuada en mi palma» (Is 49, 15-16).
En la historia de la salvación y especialmente en Jesucristo se nos ha manifestado el amor, la paciencia, la fidelidad de un Dios que nos ama sin medida. Basta recordar la predilección de Jesús por todos los que no contaban entre sus contemporáneos: las mujeres, los niños, los enfermos, los pecadores, los excluidos... y las parábolas de la misericordia. Jesús come con los publicanos, tiene amistades de dudosa moralidad, se acompaña incluso de prostitutas. Ante quienes le reprochan su comportamiento, se justificará afirmando que ésa es la manera de actuar de Dios, que hace llover sobre buenos y malos y hace salir el sol sobre justos e injustos, que hace fiesta en el cielo por cada pecador arrepentido, que está siempre dispuesto a buscar la oveja descarriada, que no nos trata como merecen nuestras culpas ni nos paga con forme a nuestros pecados. Efectivamente, «Dios es más tierno que una madre» (Sta. Teresita). La misma Escritura nos recuerda que «como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por sus fieles» (Sal 103, 13).
No podemos olvidar las numerosas veces que la Biblia afirma que «Dios es compasivo y misericordioso». Pues bien, «misericordioso» en hebreo se dice «Rahum», que es una derivación de «Rehem», que significa «seno, útero materno». Lo que quiere decir que Dios nos ama con la ternura de una madre que nos hubiera generado y dado a luz.


¿Como esta nuestro nivel de ternura?
Dios siempre nos ha mostrado que una de sus cualidades es la ternura para con todos los hombres. Nos dedica tiempo cuando estamos enfermos; nos brinda su abrazo en las circunstancias de grandes dificultades y cuando nos sentimos debiles, o empobrecidos, siempre viene en nuestro auxilio.
El amoroso cuidado de Dios, esta presto a brindarnos su ternura siempre, su trato es suave y delicado, especial y unico, porque no solamente se entera de nuestras dificultades, sino que tambien nos provee para cubrir lo que nos hace falta.
Esa misma ternura, Dios desea que cada uno de los creyentes, hagamos visible, mediante el trato fino y amable con todos los hermanos y tambien con todas las personas que nos rodean.
La ternura es una evidencia grande, de que Cristo mora en nosotros. La dulzura de Cristo se ve manifestada, mediante las palabras, la disposicion para ayudar al projimo, y el deseo ferviente para trabajar en la mies.

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Dios los bendiga