martes, 7 de agosto de 2012

LA RAIZ DEL EGOISMO

                                              "Nadie puede hacer el bien en un espacio
                           de su vida, mientras hace daño en otro. La
                           vida es un todo indivisible."
 
                                                    Mahatma Gandhi.
 
 
La falta de bondad es consecuencia del egoísmo, la mezquindad y la ausencia de grandeza humana. El que no es bueno es incapaz de sentir compasión y ve a los demás como rivales ó enemigos en potencia, a los que sería una imprudencia ayudar, y de los que hay que cuidarse en extremo.
Se siente más seguro cultivando la desconfianza, el rencor y el odio que la simpatía ó la amistad, y prefiere anular ó destruir a sus semejantes que conocerlos ó dialogar con ellos, a menos que pueda sacar algo para su propio provecho.
La falta de bondad nos deshumaniza y nos convierte en personas indeseables e insensibles, con las que la vida en comunidad se torna difícil e incluso peligrosa.
En el mundo actual es normal ver a las personas enfrascadas en competir y vencer a sus semejantes. Se premia y anima el egoísmo, y se dejan de lado los valores morales. Estamos rodeados de odio, violencia y miedo, todo por haber renunciado u olvidado la práctica de la bondad.

Existe una idea extendida de que la competitividad es semilla de progreso. Esta opinión vendida por algunos economistas y empresarios, ha exaltado el egoísmo e impulsado como “normales” o legítimas las estrategias para perjudicar a los demás en nombre de la “sana competencia”. Al final del día, nos vemos atrapados en una sociedad paranoide, maliciosa violenta que nos atemoriza y en la cual somos, de muchas maneras, cómplices.

No es casual que desde hace más de 5000 años todas las religiones y disciplinas espirituales promuevan la práctica de la bondad. Para el Hinduismo: "El deber supremo es no hacer a los demás lo que te causa dolor cuando te lo hacen a ti". Buda insistió en este tema, advirtió sobre los males del egoísmo y la necesidad de practicar una sincera bondad para mejorar la vida. Recomendó a sus seguidores ser rectos, gentiles, humildes, pacíficos y calmados, irradiar amistad y librarse del odio y la mala voluntad, para lograr, según decía, que todos los seres, sin excepción, vivieran felices y en paz. El sabio Confucio sentenció: "La benevolencia máxima consiste en no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan a ti". El judaísmo enseña: "Lo que para ti es odioso, no lo hagas a tu prójimo. En esto consiste toda la Ley; todo lo demás es un comentario". Para el Islam: "Ninguno de vosotros es creyente si no ama a su hermano como a sí mismo". Y el Cristianismo incita a la bondad en la parábola del Buen Samaritano y en muchos otros pasajes de la Biblia. En Corintios: “No debemos buscar tan sólo nuestro propio bien, sino también el bien de los demás”. En Colosenses: "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia".
Aclararemos que me refiero aquí a una práctica sincera de la bondad y no a una simulación confines utilitarios. Se trata de comprender el valor de la bondad como antídoto para rescatar a familias que se desintegran y sociedades que se corrompen. Bien lo dijo Cicerón: “Si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos”.

Defino la bondad como un impulso o necesidad interior de hacer el bien, en cuanto a ejecutar y promover conductas moralmente deseables. Entiendo la relatividad del tema dadas las diferencias multiculturales, pero confío en que muchos encontrarán fácil apoyar la tolerancia amorosa a los más débiles, como enfermos, abandonados, niños y ancianos, y reprobarán la tortura física y mental.

La gente de tendencia bondadosa tiende a mostrar sincera una disposición de crear bienestar para los demás, ya sea porque esa es su condición innata o lo aprendió en un procedo de formación educativa formal o no, en valores morales o espirituales como: la tolerancia, la empatía, la compasión o la solidaridad.

¿Por qué ser bondadosos? Podemos ser bondadosos por temor a un castigo, por deseo de recompensa, por sentimiento de culpa o por el placer de dar. Las personas amorosas tienden a tener mejor salud, mejores relaciones y una más fuerte influencia social.

Hay mucho que puede comenzar a hacer.

- No se deje envenenar. Tome la decisión de no dejarse intoxicar por el egoísmo y el odio.
- Pregúntese cómo puedo ayudar. Descubrirá que hay grupos, fundaciones y proyectos en los que puede prestar ayuda voluntaria.
- Tome la iniciativa. No espere ver frutos donde no ha colocado semillas. De un primer paso, llame, vaya, póngase a disposición.
- Cuídese del ego. Todo lo que haga de bueno, el ego querrá tomarlo para hacerlo sentir superior, especial o mejor. Ante ese síntoma, recuerde que se trata de actos de dar, no de recibir. Actúe, y comparta estas ideas, sin obligar a los demás, sin creerse indispensable o superior.
- De un paso a la vez. No se ilusione con cambiar al mundo. Basta con que colabore en un cambio pequeño en su área de influencia. La suma de millones de buenas obras es lo que marcará la diferencia.
- Persevere. Es fácil desanimarse cuando se encuentran obstáculos en las intenciones de ayudar, cuando personas muy afectadas por sus penas bloquean nuestras mejores intenciones. Es allí cuando debemos mostrar voluntad y recordar las palabras del poeta inglés Robert Browning: La culpa la tiene sólo el tiempo. Todos los hombres se tornan buenos, pero ¡tan despacio.”

Finalmente, muy pronto descubrirá que las compensaciones emocionales de hacer el bien son extraordinarias. Y aunque algunos puedan no dar valor a sus contribuciones, los resultados hablarán por usted. Siempre habrá, aunque no es lo esencial para la gente noble, quien piense como el genial Beethoven, quien dijo un buen día: El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad”.

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Dios los bendiga