"Las inteligencias poco capaces se interesan en lo
extraordinario; las inteligencias poderosas en las
cosas ordinarias."
Elbert Hubbard.
El descubrimiento de la
penicilina, debido a Alexander Fleming, permitió notables avances en la
investigación de los antibióticos instrumento fundamental en la lucha contra las
enfermedades infecciosas.
Nacido en la pequeña ciudad escocesa
de Lochfield el 6 de agosto de 1881, Alexander Fleming era el séptimo
hijo de un modesto granjero de las Lowlands, en Ayshire. Desde
niño había mostrado una sorprendente capacidad intelectual. Finalizados sus
estudios primarios, se traslada, junto con sus hermanos, a Londres donde
consigue su primer trabajo en una compañía naviera.
A la edad de veinte años, Alexander
recibe su parte de fa herencia de su tío, John Fleming; este acontecimiento,
junto con el apoyo de su hermano Tom que, al observar la falta de interés de
Alexander en su trabajo, le insta a iniciar estudios de medicina, cambiaría el
rumbo de su vida.
A pesar de que llevaba varios años
alejado de los estudios y centrado en su trabajo en la naviera, aprueba con
pasmosa facilidad el examen del London College of Preceptors y se
inscribe en el St Mary’s Hospital Medical School a principios del año
académico de 1901. En este centro, el más nuevo de los hospitales docentes de
Londres —fundado en 1845 por el doctor Samuel Lane—, desarrollará toda su
carrera profesional, a lo largo de cincuenta y un años.
Alexander fue un estudiante modelo
desde el primer momento; varios premios académicos jalonan su paso por la
mencionada institución. En 1902 obtiene los galardones de anatomía y fisiología.
Dos años más tarde es premiado en anatomía superior, farmacología y química
orgánica.
En julio de 1904 aprueba el examen
intermedio de la Universidad de Londres, con sobresaliente en fisiología y
farmacología. En enero del año siguiente sopera con éxito la prueba preliminar
de acceso al Colegio Real de Cirujanos. Pero no será hasta 1906 cuando obtenga
el título de medicina de la Universidad de Londres; comienza entonces a trabajar
en el equipo de Almroth Wright, que dotará al hospital de un nuevo
departamento: el de inoculación.
Durante esta etapa, Fleming publica
varios artículos sobre bacteriología en las revistas lle Lancet y The
Practitioner; por el titulado “El diagnóstico de la infección bacteriana
aguda” recibe fa medalla Cheadle para medicina clínica de la institución
londinense.
En julio de 1914 estalla la Primera
Guerra Mundial; en octubre de ese mismo año, Wright y todo su equipo de
bacteriólogos se incorporan al cuerpo médico del ejército. Son destinados a
Boulogne, con el objetivo de estudiar el tratamiento quirúrgico de las heridas
infectadas. Durante estos años de guerra conoce a una enfermera de origen
irlandés, Sarati McElroy que se convierte en su esposa en diciembre de
1915
Tras la firma del armisticio.
Alexander Fleming regresa a Londres como director adjunto del departamento de
inoculación en el St Mary’s Hospital y publica, junto a A. B.
Porteous, un artículo en The Lancet sobre los métodos para la
transfusión de sangre.
Como resultado de las investigaciones
científicas llevadas a cabo en los años posteriores a la guerra,Fleming
descubrió un nuevo agente bacteriológico, la lisozima. El hallazgo tuvo mucho
que ver con el método de trabajo que el científico desarrollaba en su
laboratorio, no demasiado ordenado, según afirmaban sus colaboradores más
cercanos. Fleming tenía la costumbre de guardar los cultivos durante dos o tres
semanas en su mesa, con la intención de observar su evolución.
Así, en un porta objeto había
depositado su propia mucosa nasal en el transcurso de un resfriado, constató un
rasgo notable: alrededor de la mucosa no había colonias de bacterias. A partir
de esta observación dedujo que lo que había evitado el desarrollo de los
gérmenes era que «algo», la lisozima, se había desprendido de la mucosa.
En 1921, Fleming expuso sus
descubrimientos sobre esta enzima, que pasaron completamente inadvertidos, en el
Club de Investigación Médica. Hay que señalar que, a pesar de su notable
capacidad de investigación, era un orador muy modesto. La falta de interés que
suscitó en la comunidad científica sobre su trabajo sobre la lisozima no
hizo, en modo alguno que decayera su ánimo; Fleming continuó realizando
experimentos con este nuevo agente bacteriológico. En 1922, Wright, fascinado
por los experimentos de su discípulo, propone a Fleming como miembro de la
Royal Society of Medicine.
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Pero, sin duda, el hecho más notable
en la carrera científica de Alexander Fleming fue el descubrimiento de un nuevo
agente inhibidor de la vida bacteriana, la penicilina. Este hallazgo, realizado
en 1928, cuando Alexander Fleming era titular de la cátedra de Bacteriología en
la Escuela de Medicina del St Marys Hospital, inauguro una nueva era en
la práctica de la medicina.
El descubrimiento estuvo precedido por
los estudios que Alexander Fleming estaba realizando sobre las variaciones de
color de las colonias de estafilococos, lo que parecía estar relacionado con su
virulencia. Se pensaba que estos cambios de tonalidad se producían si las
colonias se incubaban durante veinticuatro horas y luego se conservaban a
temperatura ambiente durante varios días. Fleming, en colaboración con M.
Pryce, estudió estas alteraciones con cultivos de estafilococos
procedentes de forúnculos, abscesos e infecciones de nariz, garganta y
piel.
La primera anotación sobre la
penicilina en el cuaderno de laboratorio de Fleming está fechada el 30 de
octubre de 1928. El hecho que llamó la atención del científico fue una placa de
cultivo de estafilococo, en la que existía una zona de colonias que habían
desaparecido, alrededor de una gran mancha de hongo, lo que ponía de manifiesto
la capacidad del hongo para atacar a los microorganismos patógenos comunes. El
fenómeno, que suponía, de hecho, el descubrimiento de la penicilina, pasó en
aquel momento desapercibido para todo el equipo, excepto para el propio FIeming,
el único consciente de la importancia del hallazgo. Profundizó sus
investigaciones en este ámbito y continuó realizando experimentos con el hongo
encaminados a determinar su capacidad de destrucción de microorganismos.
Como resultado, publicó varios
artículos sobre este tema; en 1929 aparecía, en la revista The Journal, el
titulado «Sobre la acción bacteriana de la penicilina con especial referencia a
su utilización en el aislamiento de B. lnfluenz.». En 1931, en el
transcurso de una conferencia sobre «El empleo intravenoso de los germicidas»,
pronunciada en la Royal Society of Medicine, Fleming anuncia su
descubrimiento de que la penicilina inhibe a los organismos anaerobios que
causan la gangrena gaseosa.
Fue así como Flerning sentó la base de
lo que, con el tiempo constituiría una de las armas más poderosas de la
humanidad para luchar contra las enfermedades. No obstante, se trataba sólo de
un primer paso, ya que la utilización de la penicilina no hubiera sido posible
sin los trabajo de los investigadores de Oxford, H. W. Florey y E.B.
Chain. Estos científicos llevaron a cabo los procesos de purificación y
concentración de la penicilina, con vista a poder demostrar sus efectos
terapéuticos. Sus conclusiones fueron publicadas en el artículo la “Penicilina
como agente terapéutico”, apareció en 1940 en la revista The Lancet. Las
aportaciones de Florey y Chain, que junto con Fleming, fueron
galardonados con el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1945, permitieron
la producción a gran escala de penicilina en Estados Unidos
Bretaña.
Sir Fleming es una de las
personalidades que mayores muestras de gratitud ha recibido por parte de la
comunidad científica y de la sociedad en general. En 1946, tras ser galardonado
con la medalla de oro del Colegio Real de Cirujanos de Londres, de fue nombrado
miembro honorario de numerosas instituciones: la Academia de Medicina ha de
Buenos Aires, el Colegio de Cirujanos de Brasil, la Academia de Medicina de
Turin, el Colegio de Farmacéuticos de Filadelfia y el Real Colegio de Médicos de
Edimburgo.
En 1948 viajó a España, donde recibió,
asimismo, diversos testimonios de reconocimiento. Fue designado miembro
honorario de las reales academias de Medicina de Madrid, Barcelona y Sevilla,
de la Sociedad Española de Higiene y del Ateneo de Sevilla. Recibió el cargo de
presidente de honor de la Sociedad Médica de Hospitales de Sevilla, la Gran Cruz
de Alfonso X el Sabio y la medalla de oro de la Real Academia de Medicina de
Sevilla.
También realizó diversos viajes por
Estados Unidos, Pakistán —como delegado de la UNESCO— y Cuba —donde fue nombrado
miembro de la Sociedad Cubana de Clínica y del Colegio Nacional de
Farmacéuticos, y distinguido con diversos título: La Gran Cruz, Orden de Honor y
Mérito de la Cruz Roja Cubana, entre otros. Alexander Fleming murió el 11 de
marzo de 1955, de una trombosis coronaria; reposan en la cripta de la catedral
de San Pablo, en Londres.
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